UNA NOCHE EN EL HOSTAL...
Estrenar el auto nuevo de Ivan con un viaje a Acapulco parecía la mejor opción para esas vacaciones de Semana Santa. Un Ibiza negro del año con “quemacocos” elevaba nuestro ego y nuestra segu

Acordamos llegar a su casa a las siete de la mañana y de ahí pasar por el Carnal a Cuernavaca y partir directo hacia el puerto. -El camino transcurrió sin problemas, y un aire de libertad y ansiedad empujaba nuestras almas en dirección de la fiesta y el alcohol, sin embargo ninguno de los cuatro sabría lo que en esa noche estaba por suceder.
El Carnal propuso un hostal para hospedarnos, setenta pesos la noche por persona, agua caliente y además céntrico para desplazarnos a los mejores antros del lugar. -Guey… al hostal llegan “gavachas”, canadienses, de todo… ahí conectamos y sirve que nos ahorramos una lana. El resto de nosotros no tuvimos más que aceptar tal propuesta, al fin de cuentas el Carnal es un referente si de pedas se trata. Ya con el animo a full y el sudor recorriendo nuestras frentes, buscamos lugar para estacionar el auto y bajar el equipaje, efectivamente setenta pesos la noche, pago por adelantado y por el hecho de tratarse de cuatro personas, nos podían ofrecer un cuarto especialmente para nosotros. Según recuerdo el cuarto se trataba de un espacio reducido de dos metros de ancho por otros dos metros de largo, en realidad más que una habitación de hostal eso parecía el cuarto de uno de los tantos “separos” que existen en las delegaciones de la ciudad a donde llevan a los borrachos o delincuentes de una noche. (Historia que les platicaré después) El cuarto me pareció muy buena opción ya que representaba algo de seguridad para nuestro equipaje y por supuesto para nosotros, -por lo menos eso pensamos en ese momento.
El resto del día en realidad nos dedicamos a agarrar la fiesta como lo teníamos pensado, el plan era simple: ir a la playa “agarrar la peda” regresar al hostal, un “regaderazo” y de ahí al antro. Sin embargo, sigo sin recordar en que momento perdimos conciencia de la hora, el Carnal decidió dormir unos minutos para recuperar fuerzas, lo siguió mi hermano y no tardamos en hacer lo mismo Ivan y yo, el día había sido agotador y dormir un rato nos haría muy bien. El pequeño “separo” tal como lo bauticé, contaba con cuatro bases de cemento que hacían las veces de cama, dos ubicadas en cada extremo del cuarto y una encima de la otra simulando unas literas, mi hermano tomó la superior del lado izquierdo y el Carnal la del lado derecho. Todos caímos rendidos ante el cansancio y yo fui el responsable de apagar esas dos pequeñas lámparas que proveían al cuarto de una escasa luz, la oscuridad cubrió al cuarto y el silencio se hizo presente. Fue solo después de un timbrazo de celular que todos despertamos, casi las cuatro de la mañana y ninguno había vencido al sueño, rápidamente nos hicimos a la idea de que ese día ya no saldríamos, -gran error de nuestra parte. –Tan solo imagino que de haber seguido el plan, ninguno de nosotros habríamos tenido que pasar por aquello. –La resignación nos indujo al sueño nuevamente, sin embargo, pasaron casi veinte minutos antes de escuchar ese estallido seco y fulminante. Rápidamente nos incorporamos al escuchar aquello, pero ninguno se atrevió a bajar de la cama, todos nos quedamos recostados como tratando de asimilar lo que ahí había ocu

Fue mi hermano el primero que se atrevió a decir -eso fue un balazo, -todos sabíamos que estaba en lo correcto e inmediatamente el olor a pólvora terminó por convencernos. Eso nos llenó de confusión:
Ivan: ¿Que pedo wey si fue un plomazo?
MI hermano: Si… y fue aquí afuera del cuarto.
Yo: No chingues
El miedo y la duda comenzaron a apoderarse de nosotros, no entendíamos como después del estallido todo quedara en un silencio total, para ese momento el Carnal no hacía ningún comentario. Fueron cinco minutos en que nuestras mentes vivieron su propia película de terror. Discutimos sobre si salir o no:
Yo: Pues déjenme ver que onda allá afuera,
Carnal: No JuanKa no salgas
Yo: Guey es que ¿Qué pedo nadie hace ruido, nadie sale?
Ivan: Pues es que no debe haber nadie, todo mundo anda en la fiesta
En ese momento todos nos dimos cuenta que esto se podría poner aun peor y es que la situación era apremiante, estábamos en un hostal donde la encargada era un chava de veintantos años, con la incertidumbre de si la puerta principal se cerraba a determina hora o si había un acceso libre toda la noche, ¿Qué clase de gente podía llegar ahí? A nosotros nunca nos revisaron las cosas, cualquiera podría meter una pistola y hacer un desmadre en el momento que quisiera, -todo esto pasaba por nuestras mentes, no habían transcurrido ni siquiera diez minutos cuando escuchamos voces, se trata de una chica con un tipo, eran perceptibles y entendibles sus risas y comentarios, de pronto bum, nuevamente el estallido seco recorrió los pasillos del hostal, y las risas se transformaron en un grito exhalado, después, silencio, un terrible y total silencio. El miedo se metió a nuestras camas, solo esperábamos que entraran al cuarto y dispararan sobre nosotros. –Yo sabía que si se trataba de un asalto sería lo mejor para nosotros, nos quitarían las cosas, el dinero, la ropa pero solo eso, el verdadero problema sería que no fueran asaltantes, que en verdad se tratara de un pinche gringo desquiciado, drogado y estupidizado que como a solo días antes se había escuchado en las noticias, “koreano balacea escuela y mata a veinte de sus compañeros sin razón alguna.” -Que si el primo de eso pinche koreano estaba metido en ese hostal, que si había fumado más de la cuenta y decidió echarse unos plomazos al aire. Pero lo mejor era quedarnos ahí y no averiguar. Pasaron los minutos y el silencio seguía siendo total, ya ninguno dormía, no podíamos hacerlo, la ansiedad y las imágenes mentales de cada quien impedían cerrar los ojos, tan solo el comentario nervioso de uno de nosotros disminuyó la presión del momento:
Mi hermano: Lo bueno es que en las películas de terror siempre matan al negro mamado… sabíamos que se refería al Carnal.
Yo: si y después del negro mamado matan al gordito cagado.-Ivan soltó la carcajada acompañada de un sonoro –péndelo. Eso si que alivianó el ambiente, pronto el sueño venció nuevamente a la duda. Solo nos quedaba esperar que amaneciera y salir hasta que alguien más lo hiciera.
Solo hay algo más que comentar a esta historia, y eso es que amigos no confundan la imaginación con la realidad… al siguiente día salimos y vimos papales de una paloma tirados fuera de nuestra puerta. Pero la psicosis colectiva es cabrona y la conclusión es que de cuatro cabrones no se hizo ninguno y menos cuando todos ellos están pedos. Ja, ja, ja, “Un relato más de las pedas de nuestras vidas.”