
ATRAPADO Y APLASTADO EN EL ZÓCALO CAPITALINO
En una concentración de gente lo más peligroso es el pánico colectivo, esto lo comprobé el sábado pasado. Un evento que pintaba espectacular y divertido, se convirtió en caótico y desesperante. El evento de luces y sonido que se organizó en el Zócalo Capitalino no sirvió más que para dar muestra de la incompetencia de las autoridades, el evento de luces realmente es de primer nivel, transformar Palacio Nacional no es tarea fácil, combinar efectos donde la iluminación coloca rostros diferentes en las paredes frontales del edificio realmente sorprende, Sin embargo, todo ese gran espectáculo se vio –como siempre- demeritado al punto de convertirse en un desastre, y esto debido a la falta de preparación de las autoridades, la logística de un evento donde concentras a miles de personas no puede tomarse -como seguramente lo hicieron- como algo menor y sin importancia. Quiero imaginar a alguno de nuestros gobernantes parados en medio de ese mar de personas, con sus hijos como responsabilidades únicas y expectantes ante cualquier indicio de peleas para protegerse a ellos y a sus familias. Al terminar el evento todos tratamos de dirigirnos a alguna de la avenidas que dan acceso al Zócalo, pero al quinto paso todo se detuvo, no hubo más moviendo, las salidas estaban bloqueadas por las personas que querían entrar a presenciar el siguiente espectáculo, poco a poco el mar de gentes se empezó a concentrar en las orillas -más de 95 mil personas atrapadas, según datos de la autoridades, para mi era más gente, pronto los espacios se hicieron más y más pequeños, la compresión de espacios se cerró por completo, no había posibilidades de moverse, después de los primeros diez minutos todo parecía en calma, las personas bromeaban con la situación, sin embargo, esos rostros comenzaron a reflejar la desesperación propia de sentirse atrapados y sin salida, nadie se podía mover, no había alguna indicación coherente que indicara una posible salida, el Zócalo literalmente se detuvo. Minutos más tarde el pánico latía con más y más fuerza, algunos comenzaron a caminar a contra flujo tratando de acercarse al estrado ubicado en una de las orilla de la plancha de asfalto, estrado que sirviera como escenario para algún grupo musical –cada quien su vida dijo el tipo que jalaba en cadena a sus niños y esposa, fueron esos instantes donde la desesperación comenzó a ser presa de los muchos ahí atrapados, había gritos que exigían “déjenos salir” “déjenos salir”, se notaban mas fuertes con el paso del tiempo. Todos mirábamos a nuestro alrededor analizando, estudiando y por supuesto ya esperando la embestida frenética de la gente entrada en pánico, fue por lo menos una hora en que la maza de gente permaneció impávida, expectante y confundida, los ataques de claustrofobia comenzaban a hacerse presentes en ciertas personas, niños llorando, adultos gritándose con aquel que chocaba contra el, el ambiente solo necesitaba de un chispazo de desesperación y desenfreno para que todo aquello se hubiese convertido en una tragedia. El sonido local habló indicando una salida, tres minutos después cambió la indicación lo que confundió a todos lo ahí presentes –no se volvió a escuchar ninguna indicación más por parte de la autoridades, estábamos a ciegas en ese mar de personas, desde mi ubicación solo veía cabezas que se repetían hasta perderse detrás de los edificios, solo algunos los menos, trepados en los postes de semáforos o de luz donde podían dar alguna indicación de lo que ocurría más adelante, aunque siempre sus palabras eran las mismas “no hay paso”. Realmente es de admirar la capacidad de las personas ahí presentes para controlar la situación, si es verdad que hubo brotes incendiarios de posibles grescas hechas por los clásicos insensatos, pero estos fueron rápidamente apagados por el equilibrio y estabilidad de la mayoría que sabía que lo mejor en esos momentos era conservar la calma.
–No nos merecemos el gobierno que tenemos- la gente sola se pudo organizar, comprendió y actuó. Pero aun así, en el aire se respiraba latente el recuerdo de tragedias como el antro de News Divine, los aplastados en los túneles del estadio de CU y por supuesto la tragedia del sismo del 85, que en una macabra coincidencia ese día se recordaba con la bandera a media asta la muerte de miles de personas. Todo eso se respiraba en el aire, fue casi una hora y media que tardamos en salir de aquella prisión de gente, entre empujones y choques tomamos una salida por la avenida 5 de mayo donde con total desilusión miraba a los policías repegados en las orillas de los edificios admirando con total indiferencia los rostros de descanso de las personas ahora ya sabiéndose a salvo.
Como siempre es obligación cuando se ha salido a salvo de un peligro preguntarse que hubiera pasado sí tal o cual cosa se hubiera o no se hubiera presentado, yo solo puedo sacar como conclusión de una situación como esta; que el mexicano muestra su verdadera fuerza de la tragedia, la gente ahí presente fue la que realmente impidió que eso se derivara en muertos y aplastados, las autoridades no asomaron la cabeza, este es un homenaje a la mayoría de las personas que alentaron al orden y a la comprensión, que entendieron que las vidas de muchos dependían de su buen comportamiento. Y ahí ante la mirada impávida de Hidalgo, Morelos y Allende se demostró que México no es su gobierno, que nunca lo será, que los mexicanos podemos ponernos de acuerdo, y en este día y terminando de conmemorar el mes patrio, debo felicitar a mi gente y recordarles a todos que hablando se llegan a acuerdos, por que ahí la comunicación significó el activo para que en estos momentos no se hablara de la otra tragedia del 19 de Septiembre.
No vuelvo a ir a un evento en el Zócalo Capitalino, por lo menos mientras este gobierno se encuentre en funciones.
–No nos merecemos el gobierno que tenemos- la gente sola se pudo organizar, comprendió y actuó. Pero aun así, en el aire se respiraba latente el recuerdo de tragedias como el antro de News Divine, los aplastados en los túneles del estadio de CU y por supuesto la tragedia del sismo del 85, que en una macabra coincidencia ese día se recordaba con la bandera a media asta la muerte de miles de personas. Todo eso se respiraba en el aire, fue casi una hora y media que tardamos en salir de aquella prisión de gente, entre empujones y choques tomamos una salida por la avenida 5 de mayo donde con total desilusión miraba a los policías repegados en las orillas de los edificios admirando con total indiferencia los rostros de descanso de las personas ahora ya sabiéndose a salvo.
Como siempre es obligación cuando se ha salido a salvo de un peligro preguntarse que hubiera pasado sí tal o cual cosa se hubiera o no se hubiera presentado, yo solo puedo sacar como conclusión de una situación como esta; que el mexicano muestra su verdadera fuerza de la tragedia, la gente ahí presente fue la que realmente impidió que eso se derivara en muertos y aplastados, las autoridades no asomaron la cabeza, este es un homenaje a la mayoría de las personas que alentaron al orden y a la comprensión, que entendieron que las vidas de muchos dependían de su buen comportamiento. Y ahí ante la mirada impávida de Hidalgo, Morelos y Allende se demostró que México no es su gobierno, que nunca lo será, que los mexicanos podemos ponernos de acuerdo, y en este día y terminando de conmemorar el mes patrio, debo felicitar a mi gente y recordarles a todos que hablando se llegan a acuerdos, por que ahí la comunicación significó el activo para que en estos momentos no se hablara de la otra tragedia del 19 de Septiembre.
No vuelvo a ir a un evento en el Zócalo Capitalino, por lo menos mientras este gobierno se encuentre en funciones.