
En la infancia nos acostumbraron a vivir con el miedo a moustros horribles y espantosos que llegan por las noches, salen del lugar más oscuro, esperan a que estés dormido y te llevan a quien sabe donde –por que aclaro nunca me especificaron el lugar- como el Coco, que para últimas no se de donde provenga el mito, pero lo que si se es que cada que hacías alguna travesura normal para la edad, te acertaban un pronunciado y acentuado “si no te estas quieto va a venir el coco” -y madres, si que te calmabas, porque quien sabe quien sea ese pinche coco pero ni loco quería averiguarlo o que decir del famoso Señor del costal, ese que podría ser cualquier persona en la calle disfrazado de policía, de lechero, el del taxi o bien cualquiera que pasara frente a ustedes en el momento en que te estuvieran regañando. Según el mito del señor del costal, este te metía en su costal y te robaba, puedo imaginar que tal historia viene a raíz de otro famoso; El robachicos que siempre y por una gran casualidad vivía en tu colonia –no salgas porque ahí está el “robachicos”-no el “robamedianos” ni el robagrandes… el robachicos. Pero en últimas los padres nuca tuvieron la visión de inculcarte la prevención y cuidado hacia un verdadero moustro, uno real, letal y para nuestra desgracia veinte años después muy actual, me refiero en esta ocasión a un moustro que en estos momentos está acosando a muchos de mis amigos y familiares, incluso a mí, es prácticamente invisible a los ojos de uno mismo, pero sus efectos se sienten inmediatamente, en realidad este ser invisible se mete en el cuerpo sin aviso alguno, se aloja inicialmente en el estomago y es aquí donde acusa sus primeros efectos, algunos lo sienten como un hueco, otros como un leve movimiento de tripas. Después y con el paso del tiempo nos acostumbramos a esa pequeña sensación que no desaparece y por el contrario crece esperando el día a que algún estimulo externo como: una discusión, el exceso de trabajo, un pago pendiente, un susto, más responsabilidades, perdida de trabajo, entre muchas más, dispare esa sensación inicial pero a una décima potencia y lo que era un hueco en el estomago se convierta en una “gastritis mal pex”. Como les decía es de tomar en cuenta este moustro, que a diferencia de los inventados por nuestros padres, este realmente existe y está diezmando nuestra salud poco a poco. Los doctores lo clasifican como estrés, yo en cambio lo clasifico como el moustro de las mil cabezas, y les diré porque: En la antigüedad el ser humando utilizaba un mecanismo de defensa contra sus predadores, este sistema se basaba en la precaución y valoración de opciones para escapar ante alguna amenaza, el cuerpo generaba cierta cantidad de sustancias que ponían al cuerpo en alerta para después realizar algún tipo de acción. Actualmente los problemas o situaciones a manejar son infinitamente distantes a los de nuestros antepasados, es decir, actualmente no tenemos que huir de un tigre dientes de sable, o matar un mamut para comer, o refugiarnos en alguna cueva ante el frío, por lo tanto, este sistema de defensa que tantas veces debió haber salvado a aquellos primeros hombres y mujeres, actualmente es innecesario, ya que a falta de riesgo en la sobre vivencia, hemos sustituido nuestros problemas de comida y vivienda, por problemas en el trabajo, familia, amigos, parejas, dinero, viajes, estatus, ropa de marca, autos, etc, etc, etc. Ahora las situaciones a enfrentar son situaciones complejas por la cantidad de variables que encierran, subjetivas e
n la forma que cada persona las entiende y graduales en la valoración de importancia en los efectos que causan a quien las padece, es así que el sistema de defensa es incapaz de interpretar o manejar las situaciones de una forma correcta, y el estrés se genera cuando sentimos que somos incapaces de resolver determinada situación, cuando se siente que la situación ha sobrepasado nuestras capacidades, así que el cuerpo lo resiente poco a poco, guarda y registra cada rasgo de estrés por muy pequeño que sea, hasta el punto en que explota convirtiéndose en lo que a distintos conocidos les ha ocurrido; desde un desmayo ocasional, pasando por una descompensación de la presión arterial o el cosquilleo de brazos y piernas hasta una embolia o parálisis facial. Este moustro de mil cabezas (estrés) por la inmensidad de situaciones que la provocan, se ha convertido en un acosador constante y permanente en nuestras vidas, y por más libros o terapias que se tomen para quitarlo, nunca se aleja. La verdad es que no me gustaría enterarme que alguno de mis amigos le paso algo por exceso de estrés y esta es la causa de que escribo esto, no esperando que lo eliminen de sus vidas de forma inmediata, pero si me gustaría sugerirles una forma para evitar caer en las garras del estrés, esta es aceptar que se tiene y encontrar las causas que lo generan, y no tratar de solucionarlo, eso les generaría mas estrés, solo aceptar que hay una situación difícil donde se tiene que actuar o parar, no juzguen su acción, si esta es buena o mala nunca lo sabrán solo entiendan que siempre habrá un efecto a esa causa, es la ley de la vida, y entiendan que el estrés es una cuestión biológica generada por nuestro cuerpo como defensa, pero comprendan mejor que las situaciones a resolver actualmente so
